Conseguir resultados significa alcanzar objetivos. Sin embargo, casi siempre que se habla de contenido en Internet, las métricas suelen ser el punto olvidado, y sin ellas, no se puede medir y, por ende, saber si se está en el buen camino. La auditoría de contenido permite a los negocios conocer de primera mano qué han alcanzado hasta la fecha, así como desentramar las oportunidades de mejora más adecuadas. Pero para que todo ello tenga éxito es necesario empezar por el principio: los objetivos de la empresa.
Aunque hay varias maneras de planificar una auditoría de contenido. En este caso, te proponemos hacerlo en cuatro pasos bien definidos que contemplan varias acciones dentro de los mismos.
Definir claramente qué pretende la empresa con su contenido es la clave de cualquier estrategia, así como el primer paso para poder medir y obtener resultados. Por tanto, en este paso es fundamental que vincules aquello que se persigue en el negocio con el posicionamiento y el comportamiento del usuario. Algunos ejemplos de objetivos que se pueden definir son: mejorar las posiciones SEO de palabras, el compromiso de la audiencia con la marca, o las tasas de conversión que pueden medirse como ventas, contacto, o suscripción dependiendo del tipo de actividad.
En este paso es fundamental recopilar las URL del contenido que hay en tu página. Para ello puedes valerte de herramientas completas, como por ejemplo SEMRush, aunque también lo puedes realizar con extensiones de navegador.
Una vez tengas el listado de todas las URL que existen en tu página, hay que clasificar en varias columnas el tipo de contenido utilizando varios criterios. Según los objetivos, necesitarás más o menos clasificaciones. Algunas de las que más interesantes resultan son: tipo de contenido, extensión del mismo, fase del funnel en la que se encuentra el usuario, categoría temática, etc.
Si has realizado el paso dos tendrás una hoja de excel con un montón de datos que ahora van a ser complementados con un análisis técnico de rendimiento de esas URL. Es decir, vas a recopilar métricas que te ayuden a comprender cómo ha funcionado hasta el momento ese contenido y que te permitirán decidir, de una manera racional, si realmente quieres seguir por ahí o si ha llegado el momento de darle la vuelta.
En este caso sí que te recomendamos una herramienta técnica como puede ser SEMRush. Además, lo ideal es que selecciones métricas fijas para una correcta evaluación. Las que consideramos imprescindibles son: posición que ocupa, volumen de búsqueda y CPC (para evaluar el potencial de venta). Sin embargo, puedes añadir otras como el nivel de competencia, como los rich snippets o las que consideres oportunas.
Con todo ello ya completado, toca hacer un repaso, una por una, de esas URL verificando las métricas y colocar una etiqueta (puedes usar un formato condicional excel por colores para hacerlo más visual), en la que indiques qué vas a mantener, qué vas a actualizar y qué vas a eliminar.
¡Ya casi estás! Estás alcanzando el final de la auditoría de contenido paso a paso que te hemos propuesto. Sin embargo, si la página ya tenía bastante contenido, lo más habitual es que el listado de cosas que hacer sea enorme. Por eso ahora es el mejor de los momentos para organizar el trabajo en base a prioridades. Cuando tengas claro qué se ejecuta antes y qué se deja como secundario -siempre pensando en los objetivos de la marca-, entonces podrás comenzar a trabajar.
Hay siempre que investigar qué funciona, así cómo espiar a la competencia, analizando qué han hecho los que están en las primeras posiciones. Todo ello sin olvidar nunca que los objetivos del negocio deben ser la prioridad, ya que un contenido que no convierte es un contenido al que no se le saca rendimiento y, por tanto, un gasto.
Por último, conviene saber que tanto el contenido de tu web, como las tendencias de búsquedas y las necesidades de los usuarios varían -además de cuestiones como el algoritmo de Google o las acciones de la competencia-. Por esa razón, es necesario hacer un trabajo de auditoría de contenido como mínimo, una vez al año. Más aún si se plantean nuevas estrategias, se abren nuevas líneas de trabajo o se pretenden añadir objetivos no previstos previamente al plan de tu marca. ¡A por ello!
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